La actividad del radioaficionado es tan apasionante como complicada. Los equipos de transmisión son caros y sensibles y muchas veces el descuido puede ser el fin de un pasatiempo apasionante.
Entre los componentes más delicados de nuestro equipo nos encontramos con el receptor, esa cajita negra chiquita que con solo caerse de nuestras manos a la mesa de trabajo (con un golpe seco) podría no funcionar más o no hacerlo como corresponde.
El nivel de peligrosidad al golpearse aumenta a medida que aumenta la complejidad del equipo (por ejemplo, un receptor denominado PCM o de conversión dual es más delicado que un FM y a su vez un FM es más delicado que un AM).
Tratándose de un equipo nuevo, al sacarlo de la caja no se debe instalar directamente en un modelo. Es recomendable cargar el pack de transmisor y receptor, la cantidad de horas que indique el fabricante como carga inicial.
Luego debe hacerse funcionar el equipo moviendo los servos para generar consumo, así estaremos gastando algo de la carga. Esta operación hay que repetirla 4 o 5 veces: de esta manera reactivaremos las celdas internas del pack en función.
Si poseemos un ciclador, será más fácil, ya que él se encargará de subir y bajar la carga de las pilas (si no respetamos este punto, los pack tomarán carga completa, pero a los pocos minutos se descargan). Si esto nos ocurre en vuelo, podemos imaginarnos las consecuencias.
Continuando con el tema de cargas y descargas, en el transmisor el fabricante suele incluir un instrumento de medición (ya sea de aguja o con leds) y en los sistemas más sofisticados cristal liso o pantalla de datos. El mismo tiene la función de mantenernos informados de lo que pasa en el pack.
Con el pack del receptor no ocurre lo mismo: en él estamos totalmente a ciegas o calculamos las horas de uso haciendo mediciones con un tester. Para mayor tranquilidad, conviene colocar en el mismo un "chequeador" o medidor de carga contínua. Él nos permitirá tener una lectura precisa de lo que pasa con la carga en el receptor.
Un método para proteger el receptor es aislarlo con un globo, si se trata de una lancha o auto. Si se trata de un avión se acostumbra a colocar una bolsa de nylon (para evitar un derrame de combustible o aceite del caño de escape al circuito). En todos los casos envolveremos el receptor en goma espuma bien acolchada: con esto estaremos protegiéndolo de vibraciones que son peligrosas para el receptor.
Estando con esto OK, controlemos antes de cada uso el alcance de nuestro equipo. El método más eficaz y sencillo es el siguiente: bajemos la antena del transmisor en su totalidad (sin sacarla), alejémonos unos 30 pasos del receptor y aun así el equipo debe responder a nuestras ordenes con estabilidad y sin sobresaltos en los servos. De no ser así, hay que revisar la carga de los packs (si la misma fue realizada correctamente y aún no funciona se debe hacer revisar por un técnico especializado).
Mantengamos el transmisor libre de suciedades (tierra, pasto, aceite y/o combustible, aserrín del taller, pinturas, etc.). Todos estos agentes afectan residualmente al equipo. Luego de cada jornada de uso, se puede pasar un pincel seco y limpio por todos los rincones, teniendo cuidado de no golpear ninguna llave o perilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario